Historia
QUIEN SOY – HISTORIA
Soy Daniel Quintero Calle. Esposo de Diana y padre de Maia y Aleia.
Nací y crecí en Medellín, en el barrio Tricentenario, en una casa llena de amor, pero también de desafíos. Viví mi infancia en los años difíciles de los 80 y 90, cuando la violencia parecía no tener fin. Mi mamá, una mujer valiente y trabajadora, hizo todo lo posible para cuidarnos. Un día, con mucho esfuerzo, me regaló un computador para que no saliera a la calle.
Poco tiempo después, mi madre falleció siendo yo aún un joven, sin imaginar que ese gesto (ese computador) me cambiaría la vida.
Mientras otros niños salían a la calle, yo me quedaba en casa aprendiendo a programar. Ese computador se convirtió en mi refugio, en mi escape, y después, en mi herramienta para soñar con un futuro distinto
Con los años, me formé como ingeniero, fui emprendedor y con fruto de mi trabajo logré especializarme en Finanzas, hacer un MBA en Boston university y PFM en Harvard, fui Viceministro de Tecnologías de la Información y Director de INNpulsa, donde desarrollamos ideas y proyectos para miles de jóvenes y emprendedores. Creé, junto algunos amigos y decenas de ciudadanos un movimiento de indignados, el Partido del Tomate, porque creía (y aún creo) que la política puede y debe ser diferente: más honesta, más valiente y para la gente.
En 2020, con la fuerza de los ciudadanos, llegué a la Alcaldía de Medellín como el alcalde más joven en la historia reciente de la ciudad. Goberné sin deberle favores a los de siempre, enfrentando a los poderosos de frente, con la convicción de que sí se puede gobernar para la gente y no para los mismos de siempre.
Pero hay una verdad que no puedo callar: incluso con un gobierno que quiere el cambio, el Congreso y el sistema político están diseñados para que nada cambie de verdad. Lo viví de cerca. Lo vivo aún con la persecución a la que me enfrento por haber desenmascarado a las élites corruptas de mi región.
Por eso hoy tengo una nueva misión: resetear el Congreso, resetear la política. Porque si no cambiamos las reglas del juego, ningún cambio profundo será posible. Porque el país no puede seguir secuestrado por unos pocos. Y porque la gente merece un futuro mejor y ese futuro empieza con valor.